martes, 13 de octubre de 2009

#2

Autre Jour Sans Toi

C A P Í T U L O 2



Estaba nerviosa. La idea de caer en una clase distinta que el resto de mis amigas, sobretodo de Sylvie, me aterrorizaba. Suspiré y miré a mi padre.


- Venga, seguro que va todo bien.


Me dió unas palmaditas en el muslo, le besé en la mejilla y salí del coche.


- ¿Vendrás a recogerme?

- Tengo una reunión. Tendrás que volver en metro, pero pasa antes por el Laroche, no te olvides de tus hermanos.

- Puff... está bien... Pues nos vemos en casa.


Sonreí sin ganas. Mi padre aceleró. Lo seguí con la vista hasta que se perdií en una curva, aunque seguí mirando en la misma dirección.


- ¡Ève!


Esa voz... Me volví sobresaltada por el susto y ahí estaba él: pelo negro, ojos marrones y profundos. Sin duda los ojos oscuros más bonitos que jamás he visto. Camiseta blanca. Sobre ella una chupa de cuero sobre la que se distinguía vagamente la correa negra de su mochila al hombro. Zapatillas de una marca que el borde de sus tejanos negros no me dejaba ver. Y en su perfecto rostro, una brillante y mágica sonrisa- Ahí, frente a mi, estaba Marc Henry.


- ¡Marc! -le sonreí- ¿Qué tal todo? ¿Has venido a acompañar a Sylvie?

- ¿Qué? ¿Es que la inútil de mi hermana no te ha contado nada?

- Pues... ¿no?

- ¡Repito curso, compañera!


Cuando oí esa palabra salir de sus perfectos labios me dió un vuelco el corazón.


- ¿En serio? -sonreí ilusionada.

- ¡Pues claro! Ya verás como la liaremos este año -rió y pellizcó mi mejilla con dulzura, lo que me hizo volver a sonreir.


¿Cómo podía estar tan feliz repitiendo? Bueno, en realidad de qué extrañarse. Conocía a Marc desde que se vinieron a vivir a París, y nunca le había visto una expresión más triste de lo normal. Pasara lo que pasara.


- Por cierto, mi hermana te estaba buscando. Está por allí con las demás y con la lameculos esa -señaló a un grupo de gente cercano a la puerta, donde no conseguí distinguir a nadie conocido- Yo voy a buscar a Victor.

- ¿Él también ha repetido?

- Sí, es que quedábamos en verano para estudiar juntos, y ya se sabe... no hacíamos más que hablar, comer, beber y jugar a todo videojuego que encontrábamos.

- Qué productivo... -dije pensando en lo que emplearía yo las horas de estudio con él.

- Sí, bastante -dijo rascándose la cabeza algo avergonzado- Bueno, voy a ver si le encuentro. Nos vemos dentro -sonrió y se internó entre un grupo de nerviosos alumnos de primer curso que había junto a nosotros.


Estuve habitando en la nube más blanca y esponjosa durante unos segundos, hasta que oí cómo alguien gritaba mi nombre. Me giré en esa dirección y ví a Sylvie, mi mejor amiga, saludandome con la mano desde lejos. Siempre había pensado algo sobre los hermanos Henry: son como la noche y el día. Sylvie, al contrario que Marc, era rubia, pelo largo y rizado. Lo adornaba con un pañuelo que usaba a modo de diadema, cuyo extremo asomaba entre su melena de rizos dorados. Los ojos de Sylvie eran pequeños y azules, mientras que los de Marc eran grandes y castaños. Ella, sentimental y extrovertida. Él, más frio y reservado, excepto con quienes conocía de siempre. Ella vestía colores vivos, él colores apagados. Sylvie escuchaba pop a todas horas. Lo más suave que se podría encontrar en el iPod de Marc era idie y rock. Pero tenían algo en común: ambos eran esenciales para mí, solo que ella era perfectamente consciente de ello y él ni lo sospechaba.

Con Sylvie estaban Diane Donvers y Debbie Bodine, como siempre. Las cuatro éramos inseparables desde hacía tres años, cuando Diane y Debb entrañon en el Sainte Emile. Aunque Sylvie y yo éramos como hermanas. A menudo nos decían que parecíamos siamesas. Pero para mi sorpresa, alguien más estaba con ellas. Cuando la ví comprendí a lo que se había referido Marc con lo de "lameculos". Alta, delgada y... ¿sonriendo? Cherry Badeau hablaba con ellas entre risas, incluso con Diane, a la que, desde que vió por primera vez, había criticado constantemente por tener unos kilitos de más. ¿A qué habia venido ese cambio? ¿Dónde estaba Pauline Delancy y cómo permitía que Cherry, su perrito faldero, o lameculos, como dijo Marc, se codeara con las eternas víctimas de sus sucias crítcas?

La manera de salir de dudas era ir a hablar con ellas, pero Sylvie me interceptó con un abrazo nada más acercarme a ellas.


- ¡¡¡Ève!!! ¡Te he echado muchísimo de menos! ¿Qué tal el verano? Y el viaje a las Islas Griegas? ¡Debió ser precioso! Mi verano ha ido genial. Marc, Victor y yo estuvimos todo el rato en la playa bañándonos, aunque mi madre casi ni nos veía. Iba de cocktail en cocktail. Pero ha sido genial... -decía sin respirar con una enorme sonrisa.


Ni el hecho de imaginarme a Marc bañándose en aguas mediterráneas con sólo un bañador me hacía olvidarme del tema de Cherry.


- ... pero mi madre dijo que no, así que llegamos hace dos días de la playa para ver en qué clases estábamos Marc y yo, porque Danna está de año sabático y se quedó en la playa con su nuevo novio, ¡un australiano guapísimo! A veces quisiera ser como ella... se llevó toda la belleza de la familia y a Marc y a mi nos dejó las sobras... -negó con la cabeza- Pero lo peor fueron las notas... vaya bronca se llevó Marc cuando mi madre se enteró de que no había recuperado ninguna asignatura.... ¡Uf! Pero él tan tranquilo, la verdad es que no entiendo a mi hermano... Aunque...

- ¡Syl! Vamos con las demás -dije riendome para cortar su discurso veraniego- ¡Hola chicas!


Saludé con la mano a Diane y Debbie y le dediqué a Cherry una involuntaria mirada de desconfianza. Sonó la sirena y una ola de almumnos resignados comenzaron a entrar en el edificio.


- ¡Vamos! -Sylvie me cogió de la mano y entramos juntas, perdiendo de vista a Diane, Debb y Cherry.


Tras algunos minutos perdidas, encontramos el aula donde íbamos a pasar los próximos meses. Nos sentamos juntas, en segunda fila. Siguienron entrando alumnos. Debb y Diane se sentaron juntas delante nuestra, y Cherry en la fila de nuestra derecha, junto a una chica que parecia ser nueva.


- ¡Au! -Sylvie gritó.


Miré hacía atrás y ví cómo Marc, sentado junto a Victor justo detrás de nosotras, le tiraba del pelo a su hermana.


~ PunKmi

lunes, 5 de octubre de 2009

#1

Autre Jour Sans Toi


C A P Í T U L O 1



Un nuevo curso. Ese hecho había estado rondando por mi mente dutante las últimas dos semanas, sobretodo desde que tenía que oir las continuas quejas de Marie por el uniforme que tendría que llevar en su nuevo colegio, mientras que Pierrot, que tendría que enfrentearse a lo mismo, lucía feliz su nueva indumentaria fingiendo se un alto ejecutivo de la empresa de Paul Noel, nuestro ocupado padre y famoso empresario.

Varios golpes sordos terminaron con la paz que reinaba en mi lumisona habitación.


- ¡Ève! ¡Venga ya! No querrás llegar tarde el primer día, ¿verdad?

- Nooooo.. -le contesté desganada a Laure, mi madre.

- ¡Pues date prisa! -otros dos golpes.


Se oyeron unos pasos, con lo que pude comprobar que ya no se encontraba al otro lado de la puerta.

Me levanté despacio sin muchas ganas de ir a clase, me metí en el baño en un despiste de mi padre y me di una ducha disfrutando de sus gritos mañaneros como hilo musical. Salí cuando terminé y volví a mi habitación. Abrí el armario y llamé a Marie. Sería la oportunidad perfecta de recordarle que yo sí podía elegir.

Ella llegó quejándose, como llevaba haciendo una semana, sólo que ahora veía que no se libraría de aquello, y eso la hacía estar aun más cavizbaja.


- ¿Qué quieres? -dijo con voz monocorde.

- ¿Qué me aconsejas? No se qué ponerme...


Sonreí mientras señalaba el contenido del armario. Ella fue hasta éste y cogió una falda violeta.


- Mmmm.. esto es mio -me espetó.

- Lo se -sonreí- Pero ¿de qué te sirve a ti?

- No pretenderás que salga los fines de semana con el uniforme mierda este, ¿no? -gritó señalando su indumentaria.


Estaba ofuscada y no se fijaba en que esa falda ni siquiera me cabía, pero estaba siendo tan divertido ver su cara desencajada que no merecía la pena recordárselo.


- ¿Pero se puede saber a qué viene tanto grito?

- ¡Mamá! ¡Ève me ha robado! -gritó Marie mostrándole la falda.

- ¿Cómo dices?

- ¡Mi falda! Estaba en su armario y no pensaba devolvérmela.

- Pero cariño, si no le cabe...

- ¡¡Mamá!! -fin de la diversión.

- ¿Qué? -dijo mi madre bastante confusa.

- ¿Entonces para qué quieres la falda?

- No lo se, Marie... -me senté en la cama.


Alguien subía las escaleras y entraba en mi habitación.


- Mamá, mamá, ¿tengo ya bien los zapatos?

- Hijo, puedo verme en ellos, deja de sacarles brillo.

- ¿Seguro?

- ¿Vamos a salir algún día? -la cabeza de mi padre asomaba por el marco de la puerta.

- Cuando me devolvais mi habitación.

- ¡Pues devuélveme tú mi falda!

- ¿Es esa de tus manos? Si ya la tienes.. -Pierrot señalaba la falda y miraba a Marie algo perdido.

- ¡Tú calla! -le espetó mi hermana.

- ¡Marie! ¡No le hables así a tu hermano!

- Buuuuuuuuuuff....

- Sí, Ève. Ya nos vamos. No tardes.


Mi madre cogió a mis hermanos por las muñecas y abandonó la habitación siguiendo a mi padre.

Me levanté, me puse unos tejanos, una camiseta cualquiera y unas All Star. Bajé atusándome el pelo, cogí mi mochila y un mini-croissant de la mesa de la cocina y salí a la calle. El suave viento de comienzos de otoño hacía que mi pelo, algo más claro de mi castaño oscuro natural por el sol estival, hondulase mientras subía al monovolumen familiar de mi padre con el mini-croissant en la boca.
Minutos después habíamos dejado atras Le Marais e íbamos de camino a nuestra primera parada: la escuela de primaria Fleur Laroche; nuevo colegio de mis hermanos.
Pierrot, feliz con su uniforme, salió del monovolumen sonriente, seguido por Marie. Del asiento delantero bajó mi madre, que besaba las mejillas de Pierrot y le alborotaba el pelo, mientras Marie, de pie junto a ambos, miraba a su alrededor algo abochornada por la escena.

Pude ver cómo mi madre dejaba a Pierrot con el resto de almunos de 4º curso, y cómo Marie, ya e el último curso de primaria, buscaba con un estado de nerviosismo considerable a compañeros de clase.

Laure volvió al coche enjugándose las lágrimas, aunque ella aseguraba no estar llorando. La siguiente parada fue el Restaurant Dellacroix, donde mi madre trabajaba como chef. Me dio un beso en la mejilla y salió de camino al restaurante con su peculiar manera de caminar, cual bailarina de ballet, lo cual, según todos, yo he heredado. Me pasé al asiento que ella acababa de desocupar y psimos camino hacia mi instituto.

Cinco minutos después, las puertas del Sainte Emile emergían frente al monovolumen.



~ PunKmi

domingo, 4 de octubre de 2009

Próximamente...


Bienvenido a la historia de Ève Noel, una chica parisina del barrio de Le Marais.
¿Su vida? La normal para una chica de 17 años: amigos, chicos, piques con su hermana pequeña...

¿Quieres conocerla?

No te pierdas entonces las próximas entradas :)